Es sabido que la superstición ejerce efectos concretos sobre el comportamiento del hombre. La superstición es la creencia que atribuye un significado sobrenatural a ciertos sucesos que dan mala o buena suerte. Un ejemplo de los efectos de la misma, es la tasa de nacimientos japoneses entre los años 1960 y 1990. Una reducción general y continua es evidente en décadas recientes.
En 1966, la tasa de nacimientos cayó curiosamente un 25 % afectando a todas las empresas que, de manera directa o no, se relacionaban con el milagro de la vida: las que vendían cunas en ese año, las bicicleterías seis años después, los colegios y universidades en 1984, los empleadores en 1988, etc. En una parte de Asia, con fuerte influencia China, cada año se lo vincula con alguno de doce animales. En este caso 1966, como 1978 y 1990, fueron años del Caballo. En la cultura japonesa, existe una creencia acerca de heigo, es decir, el año del Caballo de Fuego. Esto ocurre una vez cada sesenta años, siendo la última en 1966; sumando, la vivenciarían nuevamente en 2026.
La superstición: una mujer, nacida en el año del Caballo de Fuego, está destinada a vivir una vida infeliz y a matar a su marido si se casa.
¿Es posible que en países industrializados las supersticiones puedan ejercer influencias sobre el comportamiento humano con consecuencias macroeconómicas?
Sí, es posible. En ese año del Caballo de Fuego, más de un japonés pensó dos veces antes de tener hijos.