Improvisar, componer, escribir, inventar, todos los actos creativos son formas de juego.
Cualquier trabajo creativo es juego, es especulación libre usando los materiales de la manera elegida. Como en una planta que sienta base en sus raíces, el arte y la técnica surgen del juego. Los niños aprenden jugando, de modo que sin él, no habría aprendizaje ni evolución humana posibles.
Al juego lo podemos definir como una actitud, un espíritu, una forma de hacer las cosas que, casi sin darnos cuenta, nos libera de nuestras restricciones arbitrarias y expande nuestro campo de acción. Nos hace más ricos en respuestas y más flexibles a la hora de adaptarnos. Y en este punto, el de la flexibilidad, quisiera detenerme porque mucho tiene que ver con el publicista y su labor.
La flexibilidad
Es flexible aquél que tiene una potencialidad para el cambio aún no utilizada. Todo ser humano que desarrolle una actividad “x” en relación con otros semejantes, debería encontrarse en condiciones de pasar de una posición de inestabilidad a otra con gran flexibilidad.
“Aunque sople mucho el viento, el árbol flexible se dobla pero no se quiebra”.
“La rigidez es sinónimo de muerte”.
Cuestionar y revisar nuestras series de ideas son acciones elementales para cultivar nuestra flexibilidad.
Así que, gente del rubro, no olvidemos que toda creatividad, y con obviedad la publicitaria, se produce cuando un adulto entrenado es capaz de acudir a las fuentes de la conciencia de juego clara e intacta del niño pequeño que lleva adentro. Que la flexibilidad es una actitud sumamente importante tanto en el trabajo interno de equipo, como en el hecho de ponerse en lugar del consumidor, apelando a sus necesidades, y respondiendo con el trabajo a lo que el anunciante espera.
He dicho.
Clayton Townley, un lector fana del blog