El personaje y su construcción
Por ejemplo, nosotros podemos construir un personaje desde la observación directa, vamos a una plaza, nos sentamos en un banco, apuntamos a una persona con los ojos, y dejamos fluir la imaginación. La imaginación nos permite contarla a partir de lo que vemos pero también de lo que no, después de todo, no la conocemos. Seguido a esto, podemos mejorar su construcción al responder las siguientes preguntas de guía:
¿En qué cree el personaje?
¿Cuál es su característica dominante?
¿Qué quiere?
¿Qué se le opone? Aquí ser preciso. No vale decir: “el mundo capitalista”.
Un objeto que tenga en su casa y lo defina.
Un objeto que lleva en su bolsillo.
Un hecho del pasado que lo marcó. Incluso el personaje puede tener marcas físicas como cicatrices las cuales generan misterio, intriga.
Un secreto inconfesable.
Algo que lo avergüence.
Una persona en la que confía.
Una persona en la que desconfía.
¿Qué aspecto prepondera? (Razón, emoción, intuición).
¿Qué voluntad de cambio hay en él?
Porque toda historia es la historia de una transformación: el famoso camino del héroe, que primero no se lo cree ni ahí, y después termina siéndolo. O todo lo que una persona está dispuesta a hacer para seguir siendo la misma.
Describir el universo social, cultural, temporal al que pertenece.
Describir el grupo de pertenencia. Ejemplo: gente creativa joven, estudiantes, etc.
Describir su círculo más íntimo, su vida privada (opuesto a lo público).
Describir su vida personal. ¿Qué hace cuando está solo?
Construido el personaje, podemos pensar las acciones, y no viceversa.
En principio, lo que hay que tener en cuenta es que en la publicidad se extrema a los personajes, el espacio habla de ellos caracterizándolos, y que en el primer plano se marca el tono de la misma.
Y no te preocupes por elegir bien el “personaje” de la plaza. En éstas, el menos indicado es el mejor.